domingo, 5 de mayo de 2013

Felicidades, mamá.


Hoy es el día de la madre. Bueno, hoy y siempre. Todos los días deberían ser el día de todo lo que merece la pena en esta vida.
Tal vez, madre, tú no me trajeras al mundo, pero eso no importa, porque cuidaste de mí como si así hubiese sido. Como si fuera un trozo más que nació de lo más profundo de tu ser.
Tarde o temprano, el tiempo rompe todo, incluso a ti, pero jamás quebrará el recuerdo. Tu afecto y paciencia siempre tendrán hueco en mi vida, tu pequeño legado.
Muchas fueron las tardes que me decías “sé feliz, estudia mucho y ten una vida digna, no lo olvides”. Y, aunque a destiempo, lo recordé, y en gran parte gracias a ti.
A veces es demasiado tarde para ser consciente del valor de las palabras, y, sobre todo, para agradecerlas. Pero te lo agradezco, infinitamente, sea donde sea que estés.
Desearía creer que existe un sitio en el que te cuidan como mereces, no una simple y perpetua nada. Pero eso no importa, siempre estarás en mí, y siempre guardaré la estela de tu cariño como mereces.
Feliz segundo, minuto, hora, día y eternidad, Mamá. Te quiero.  

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